PERIPLO ZACATECANO No. 3

El tiempo pasa de prisa llevo poco más de tres semanas en la maravillosa ciudad que vio nacer a Ramón López Velarde, aún su magia me cobija y me envuelve, entre más la recorro... al estilo Walter Benjamin, como si fuera una flaneur o al estilo Murakami, si fuera una corredora... pero soy tan sólo "una enamorada de una ciudad que me flechó a primera vista"... Esta ciudad me ha devuelto la calma, y poco a poco ha ido aclarando mi geometría de la confusión... las poetas somos siempre intrincadas, laberínticas y sobre todo, tras haber pasado un tiempo de vida sumergidas en el dolor de desterrarnos de la impunidad, que desafortunadamente sigue imponiendo un mundo patriarcal.
Camino, vuelvo a mi plaza consentida, la Plaza Miguel Auza, enfrente del Templo de San Agustín... y siguen desfilando ante mi mirada diversos encuadres... como si se tratara de una cinta de Moebius.... Las palomas revolotean a mi altrededor, una gran calma me invade... los fantasmas del pasado van quedando desterrados: el hijo del marinero, la curadora de almas, el agreste hombre de la sierra, el hombre venerofóbico, las femi-nazis... y así podría agrupar una lista que sería interminable, ante el poco tiempo de lectura que solemos conceder a la lectura.
Pero en este periplo zacatecano, me concilio con las ganas de vivir, al estar acompañada de un nuevo ángel guardián... un ángel que me cuida desde cerca y desde lejos, un ángel que me recuerda en mucho a mi padre Andrés.. que también se asemeja al "Montañés" y que sobre todo me ha abierto su puerta a forjar una complicidad...
(La ilustración corresponde al pintor José Miguel Rojas, de su serie "Sobre los ángeles" (1992), serie inspirada en el libro homónimo del poeta español Rafael Alberti)