Un documental no convencional, un documental que busca transmitir la esencia de una creadora fundamental en el contexto de la danza contemporánea, un documental que va entretejiendo fragmentos de teatro-danza con testimonios de sus intérpretes, eso es el maravilloso trabajo fílmico de Wim Wenders: "Pina"(2011), Premio al mejor documental del Cine Europeo, 2011.
Para entrar en esta película filmada en 3D- aunque considero que no hacia falta, por más que dicho formato esté bien empleado-, deberíamos partir de una reflexión del sabio Gilles Deleuze: "El cuerpo ya no es el obstáculo que separa el pensamiento de sí mismo." ("La imagen-tiempo, estudios de cine 2").
Porque Pina Bausch (1940-2009), la innovadora bailarina y coreógrafa germana buscó crear una especie de danza episódica, que contenía varias acciones escénicas simultáneas, sin un aparente hilo conductor, pero si habitada por imágenes impactantes y por el uso de varias experiencias de sus bailarines.
Su amigo, el cineasta Wim Wenders, la entiende a profundidad y nos entrega un documental mágico, un gran espectáculo visual, que lo mismo se desarrolla en el teatro, que en escenarios urbanos o en medio de la majestuosa naturaleza.
Un tributo emotivo y muy hermoso en su estática, que mantiene en vilo al espectador durante los 100 minutos que dura. Nostalgia y sensibilidad van de la mano en este paseo dancístico que nos invita a conocer un poco más de la Bausch, quien afirmará en una entrevista que le realizado el periódico "El País" (3 octubre.1985): "Hay que dejar que cada uno se exprese según sus motivaciones internas."
Y esta reflexión es la que preside el elaborado trabajo de los bailarines de la Tanztheater Wupertal, algunos alemanes y otros provenientes de Estados Unidos, España, Francia, Japón e Italia, lo que nos remite a un multiculturalismo hermanado en el arte del movimiento.
En "Pina" se rescata una de las coreografías más aplaudidas de Bausch "Café Mueller", así como otras que nos remiten a dejarse ir en la levedad, en asumir el costo de la pasión amorosa en el dolor, o en la convivencia plena con el agua y sus derroteros inabarcables.
Ver "Pina" es toda una experiencia sensitiva, con una espléndida fotografía de Helene Louvant y la selección musical a cargo de Thom, ni le falta ni le sobra.
Casi hacia el final se escucha uno de los lemas que rigió la labor creativa de la gran Pïna: "Baila, baila, sino estamos perdidos."
En algunas sedes de Cinépolis, tras 3 semanas de su estreno, se sigue manteniendo la proyección de "Pina". Es una película que no hay que perderse.
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