Boris Schoemann, el gran promotor del teatro canadiense en nuestro país, es el responsable de una puesta en escena, donde apuesta a un escenario casi vacío, dos sillas sobre una tarima, y al talento interpretativo de sus dos actores: Olivia Lagunas, haciendo despliegue de sus inconmensurables interpretativas, acompañada de Guillermo Villegas, que lleva a buen término su caracterización.
"Kiwi" es una obra que se centra en dos niños de la calle del Canadá contemporáneo, desprotegidos, dejados a la mano de Dios, que tienen que inventarse más de una estrategia para lograr tan difícil sobrevivencia.en una urbe que continuamente amenaza con devorarlos, esa promesa de bienestar y prosperidad, les es ajena a estos seres, a quiénes la inocencia se les trunca de un hachazo.
En "Kiwi" el espectador tiene la oportunidad de estar ante esos pequeños juegos cotidianos, necesarios para seguir de pie.
Obra cruda y desgarradora, que al final, tiene una breve luz, pero en exceso tenue como para calmar el desasosiego que despierta en el público.
Los niños de la calle en esta obra se bautizan a sí mismos con nombres de frutas y verduras, para así encontrar una breve motivación para no desfallecer, en este sentido, es muy elocuente la frase: "Tener nombre de fruta o de verdura no te cambia en nada, pero te limpia."
"Kiwi" en su brevedad, es contundente y universal, es permitir asomarnos a lo más bajo de la sociedad contemporánea globalizadora. Complementan el equipo de este estupendo montaje: Jorge Kuri en la iluminación, Joaquín López "Chas" en un equilibrado diseño sonoro, Pilar Boliver en la realización del vestuario y las jóvenes Victoria Benet y Eunice Rocha en los rubros de asistencia de dirección y producción ejecutiva.
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