La soledad es ecuménica
durante nueve meses
se habita
en el centro del vientre materno
entre el agua estática
y el miedo
de arribar al mundo.
Transcurre
el lapso de vida
entre las intermitencias
de un sueño,
con la compañía
de alegorías obtusas
y algunos deseos aletargados.
Y pronto,
el tiempo deviene
en una espiral de vértigo,
poco antes de que la escena
adquiera firmeza,
llega el momento
de yacer bajo tierra
¿Acaso una eternidad?
Perla Schwartz, abril 2012.
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