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miércoles, 12 de noviembre de 2014


"UNA LUNA PARA LOS MALNACIDOS": ENTRE SIMULACROS Y CERTEZAS MÍNIMAS

Se vive dentro de la órbita de los ritos cotidianos, entre la sumisión y la rebelión , se establecen una serie de juegos un tanto macabros para lograr sobrevivir la opacidad de la vida. Ello nos queda planteado en la obra "Una luna para los malnacidos" del dramaturgo norteamericano Eugene O Neil, que por primera vez se lleva a escena en México en el ciclo"Los grandes dramaturgos del siglo XX". La traducción de Humberto Pérez Mortera tiene especialmente vuelos líricos en el segundo acto, el más estremecedor.
La desesperanza recorre esta obra dirigida por Mario Espinosa quien le imprime un tono contenido a la interacción entre un padre decrépito y alcohólico (un correcto Patricio Castillo) y su hija Jossie (con una interpretación sobresaliente de Karina Gidi). Padre e hija se odian y se aman a un mismo tiempo, y el escenario es una granja tan erosionada como su propia alma.
Se suman en este aquelarre emocional de simulacros y certezas mínimas  T. S. Haiden (José Juan Sánchez), un personaje incidental y James Tyron (con una buena actuación de Rodolfo Arias), un hombre destructivo, muerto en vida a quien Jossie ama, y lo apoyará en su redención.
Gloria Carrasco es la artífice de una sugerente escenografía, a base de hojas secas y un árbol, en tanto la iluminación diseñada por Ángel Ancona acentúa la angustia que se vive en escena.
"Una luna para los malnacidos" se presentará hasta la primer semana de diciembre en el Foro Sor Juana del Centro Cultural Universitario. Es un gran retrato de seres vulnerables y su lucha por sobrevivir.

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