"TROTACALLES" : UNA LECTURA A SEIS DÉCADAS

"Trotacalles" (México, 1951), fue el tercer largometraje de Matilde Landeta, con un argumento de su autoría; y con fotografía de Rosalío Solano y música de Gonzalo Curiel, donde destaca la canción que da título al filme "Pobre trotacalles", con letra de Carlos Crespo. Gracias a la gentileza de Antonia Rojas, la coordinadora del Centro de Documentación de Filmoteca de la UNAM, ayer vimos y debatimos en torno a "Trotacalles", en mi curso de "Cine de mujeres: una mirada intimista", que se imparte en la mencionada institución universitaria.
No es común que una mujer en la década de los 50 abordara el tema de la prostitución como lo hizo doña Mati, y por ello la sociedad patriarcal-machista le hizo pagar un precio, casi 4 décadas sin dirigir cine.
De un modo un tanto maniqueo, se nos presenta a dos hermanas, Elena (la bellísima y malograda Miroslava), la hermana rica, la práctica, la pecadora y como contrapartida, la dulce y sufrida María (Elda Peralta), la mujer de la calle; la vida las enfrenta y ambas sin saberlo en un principio compartirán la pasión por el mismo hombre, Rudy (Ernesto Alonso), hombre frívolo, explotador de mujeres.
Landeta nos presenta a través de las dos hermanas, apuntes de "El eterno femenino", es decir la santa contra la pecadora.
"Trotacalles" es un melodrama cabaretero, con tintes del cine negro y con apuntes costumbristas, en torno a la doble moral; ingenua, en momentos telenovelesca; pero que tiene uno de sus más altos valores, al exaltar la "sororidad", la complicidad femenina de las prostitutas, ante Luz (Isabela Corona), cuando ésta agoniza a causa de una enfermedad terminal.
Si bien "Trotacalles" no tiene los grandes logros en cuanto a lenguaje cinematográfico si pensamos en "Sensualidad" de Alberto Gout o "Salón México" de Emilio "Indio" Fernández, si logra transmitir a los espectadores un opresivo universo femenino y ello, se agradece.