Siete días de la semana, para pintar retazos con un guión del escritor Leonardo Padura, y sin lugar a dudas el segmento más logrado, más poético y cinematográfico, es el firmado por el palestino Suleiman; en el cual un cineasta vaga como presencia fantasmal, entre los pasillos de su hotel, las calles y la playa 19, a la espera de que se concrete su entrevista con Fidel Castro.
Casi sin palabras, Suleiman se convierte en un observador, ubicado desde el extrañamiento, las tomas frente al mar, donde vemos a mujeres observándolo, son de gran belleza.
En segundo lugar- a quien esto escribe-, le agradó el segmento "Dulce amargo", de Tabío ("Lista de espera"), con todo el sabor y la frescura cubana para una crónica de un catastrófico día cotidiano en la vida de una mujer, que se divide entre preparar postres y su participación como psicóloga en un programa de televisión, esa mujer es interpretada por la gran actriz Mirtha Ibarra. Y el otro segmento rescatable de "Siete días en La Habana", es el de Pablo Trapero haciendo dupla con Emir Kusturica quien se interpreta a sí mismo como un cineasta "desmadroso" y alcoholizado, a ser homenajeado en el Festival de Cine en la capital cubana; este corto es fresco e irreverente.
Y el corto que es lamentable por ser cursi y artificioso, es el tercero dirigido por Julio Medem, a pesar de actuar Daniel Bruhl.
En suma, "Siete días en La Habana" es un filme visible que nos lleva por la sensualidad y esa alegría de los cubanos, que no se ha visto afectada, a pesar de sus grandes carencias.
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