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domingo, 6 de abril de 2014


MARGUERITE DURAS Y SU CANTO DE SOLEDAD

Este 2014 se conmemora el centenario del natalicio de la gran escritora francesa Marguerite Duras (1914-1986), hija de un colono francés, ella nació en Vietnam, pero realizó su extensa obra en Francia, y se erigió como una de las máximas representantes de la Nouveu Roman (La antinovela). Se volvió sumamente famosa a partir de su novela autobiográfica "El amante", misma que fue llevada a la pantalla grande por Aunaud hacia 1992.
Literatura y vida fueron de la mano en su escritura, siendo sus temas vertebrales el amor, el sufrimiento, la soledad y el dolor..
En esta ocasión voy a referirme a dos textos poco conocidos de su producción: "El hombre sentado al final del pasillo" y "El mal de muerte".
"El hombre sentado al final del pasillo" (1980) es un texto distante, un tanto frío donde la escritora describe a un hombre que observa desde la penumbra a una mujer que desea, ella está tomando el sol, él la mira e inicia un monólogo interior para dar rienda suelta a una serie de fantasías eróticas, pese a que la mujer está en compañía de un hombre circunstancial: "Veo que la mujer se mueve y que está a punto de dar a su vez los tres pasos que la separan de él. Veo también que él esboza un movimiento de huida y que vuelve a caer en el sillón. Luego ya no veo nada más de los hechos."
Este texto va alternando lo que el hombre contempla con el paisaje que rodea la acción, Duras hace uso de un lenguaje que a modo de un bisturí va diseccionando los hechos:"Ante ellos, las prolongadas lomas inmutables que conducen al río. Llegan nubes, avanzan juntas, se persiguen con regular lentitud. Van en dirección de la desembocadura del río hacia la indefinida inmensidad."
En suma, es un relato breve que conduce a lo calidóscopica que puede ser una mirada.
En tanto, "El mal de muerte" (1983) rebosa intensidad, escritura desgarradora, donde Marguerite nos remite a la imposibilidad de amar, un  hombre contrata por varias noches a una joven, en cuyo cuerpo espera nutrirse de esa vida que lo va abandonando.
Pero entre los gemidos del acto sexual, en vez de placer, cada vez se sumerge en una mayor soledad existencial: "Un día ella ya no está. usted se despierta y ella ya no está. Se ha ido durante la noche. La huella del cuerpo está aún en las sábanas está fría."
La escritora se desdobla en su personaje masculino en una etapa en que el cáncer y el alcoholismo ya habían hecho fuertes estragos en su ser.
"El mal de muerte" es un texto breve, de intensidades como el oleaje de un fiero mar, él cual la propia Duras sugirió llevarlo al teatro, haciendo la sugerencia que la mujer protagónica dijera su  parlamento de memoria, en tanto el hombre leyera los hechos pasados que rodean a la acción.
Sin duda, ambas obras nos remiten a la grandeza y al talento innegable de Marguerite Duras, para quien la escritura fue un grito en el silencio.

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