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viernes, 22 de marzo de 2013


"UNA PEQUEÑA ALASKA": VOLVER A LA VIDA

Deborah es una mujer que padeció encefalitis letárgica, o "mal de sueño", durante casi 3 décadas, permaneció dormida y el día menos pensado, ella despierta y se encuentra totalmente confundida de quién es, y de dónde se encuentra. Tal es la temática de la obra "Una pequeña Alaska" del gran dramaturgo Harold Pinter, dirigida con sensibilidad y un trazo minimalista por José Caballero.
Pinter escribe su texto- más narrativo que dramatúrgico-, tras el impacto que seguramente experimentó al leer "Despertares" del neúrologo Oliver Sacks.
Con palabras cortantes, como si estuvieran traspasadas por un bisturí, se va desarrollando "Una pequeña Alaska" que tiene temporada, en el Círculo de Arte Teatral. Un montaje cargado de violencia emocional, y que al haber optado por los tonos grisáceos, para el trío de sus personajes, acentúa un dejo de dolor e impotencia.
Deborah (una soberbia Lucero Trejo), se ve en la imperiosa necesidad, de volverse a descubrir, incluso no maneja del todo, sus reflejos neurológicos, la acompañan en su "renacimiento", el doctor, sobriamente interpretado por Sergio Cataño y su hermana (Verónica Merchant), a quien desconoce, a pesar de ser ambas partícipes de un mismo árbol genealógico.
"Una pequeña Alaska" con una breve duración de apenas 70 minutos, nos interna a la reflexión calderoniana, "Si la vida es sueño y los sueños, sueños son." Asimismo nos invita a vivir al ritmo de "Carpe Diem", es decir acoger la flor del día.
Sin duda, Pinter es de las más grandes plumas del teatro del siglo XX.

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