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miércoles, 16 de julio de 2014


"A LA INTEMPERIE": DE LA SOLEDAD, LOS AFECTOS Y EL TIEMPO

Una novela corta a tres voces es la que entrega Aline Petterson en "A la intemperie" (Alfauguara),como una especie de Matrioshka rusa se van uniendo el trío de personajes centrales. Está la escritora, tal vez alter ego de la propia Aline quien con un dejo de ironía habla de los entretelones de la escritura; Pedro de la Serna un escritor de poco más de 70 años que comienza a tener olvidos repentinos, pero resucita a la pasión y el deseo al interrelacionarse con Nora, una bella mujer, periodista cultural que a partir de sus silencios lo lleva a internarse por la magia de los sentimientos y el arquitecto Javier Acuña,. sensible hombre de unos cuarenta años que es el personaje de la novela que escribe Pedro de manera afanosa.
Con un buen manejo del lenguaje y varias citas literarias como a Funes el memorioso de Borges, el no escribiré más del "Bartleby" de Melville, los textos del romano Lucrecio o la evocación de grandes poetas como Fernando Pessoa a través de su poema "La tabaquería" o Rilke a través del fragmento de una de sus elegías, se va desarrollando "A la intemperie", una novela que también se refiere al inexorable paso del tiempo, a la soledad existencial, al saber transitar de un tiempo lineal a uno circular.
Se trata de una lectura gozosa, guiada por el trazo de la memoria y ante todo el placer de unir palabras y hacerlas vibrar: "Me gustaría pensar y, claro creerlo, que la memoria es un espacio inagotable en el no espacio de la mente, que todo lo que uno desea que le quepa, ahí va a dar y ahí va a quedarse..."
Me agrada que el final sea tan abierto como el fluir del mar o la densidad del viento.


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