"Mía madre" (Italia, 2015) no es la excepción. Estamos ante un inteligente díptico tragicómico que entremezcla el cómo se afronta la muerte de un ser querido, al tiempo que muestra las dificultades para filmar una película cuando la vida personal se ve enfrentada a un momento de crisis.
Es así como Margherita (la espléndida Margherita Buy en su tercera colaboración con el director) se encuentra rodando una cinta con mensaje social en torno a un empresario norteamericano que va adquirir una fábrica itala en plena bancarrota. Este personaje que impone los tintes humorísticos está caracterizado por John Torturro en un rol que le viene justo, un divo veleidoso y caprichoso que le dará a la cineasta más de un dolor de cabeza.
Margherita se halla inmersa en un mar de emociones contradictorias al vivenciar el creciente deterioro físico de su madre, quien es cuidada en el hospital por su hermano Giovanni (interpretado por el propio Moretti, en la fotografía junto a Margherita Buy).
Y por si fuera poco, la realizadora también tiene que lidiar con Livia, su caprichosa hija adolescente.
De modo equilibrado, a lo largo del film se entremezcla lo onírico, el bagaje de recuerdos y la contundencia de la realidad para dejar patente la impotencia humana ante la llegada de la muerte inminente.
Filme complejo, que es a un mismo tiempo sensible y conmovedor. Tiene la virtud de ser contenido y no caer en excesos melodramáticos, lo mismo arranca una tenue sonrisa que el llanto. Un gran acierto es la música elegida que corresponde a un melancólico Cuarteto de Cuerdas de la autoría de Philip Glass interpretado por Kronos Quartet.
También hay que destacar que "Mía madre" es un canto al amor filial y el cómo cuesta trabajo dejar partir a nuestros seres queridos.
Tragedia y comedia se intercalan en una película con momentos poderosos.
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